Ya es un clásico entre nosotros disfrutar de un pan con una rodaja de salame y quizás un trozo de queso. Nos remontamos en el tiempo y se cree que los antiguos griegos y romanos fueron los primeros en descubrir que introduciendo dentro de tripas de animales diferentes tipos de carnes molidas junto a sal y especias y luego, dejándolas secar o ahumándolas obtenían piezas deliciosas, bien conservadas y aptas para ser consumidas un buen tiempo después de preparadas. Los embutidos se dividen en frescos, cocidos, secos y ahumados. Los más conocidos son el salame de Milán, los chorizos colorados, los salamines picado fino o griego, la sorpresatta, la spianatta y, por supuesto, la longaniza calabresa.
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